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En un colegio privado, una niña que cursaba el sexto grado de Primaria empujó a otra por las escaleras. La niña afectada se lastimó el hombro.

Como el hecho ocurrió justo a la hora de salida, la madre se dio cuenta y habló con el padre de la chica agresora, a lo que el papá contesto: "Yo le he dicho a mi hija que si le hacen algo en la escuela que no se deje, que les pegue".

El padre pensaba que si su hija había empujado a otra por las escalera, era porque seguramente la otra le "había hecho algo" y por lo tanto merecía lo que le pasó. Aún cuando en este caso la niña afectada ni siquiera había cruzado palabra alguna con su agresora.

En este caso se pueden observar dos fenómenos distintos con respecto a la violencia escolar:

1. La permisividad de la conducta violenta desde la propia familia.

2. Dar por hecho que tarde o temprano el escolar enfrentará una situación violenta con algún compañero, y que eso es "normal".


La mayoría de las veces, el niño agresor se ha educado en un ambiente donde la violencia es regla y los golpes e insultos se justifican. Se culpa al otro de la propia conducta, y es común escuchar frases como "te pegué porque me hiciste enojar" o "te dije tonto porque no te apuraste con la tarea".

No es de extrañar que los niños que han crecido con estas reglas, se comporten de forma violenta en la escuela, donde cualquier pretexto se utiliza para agredir al compañero: "le pego porque es tonto", "la empujé porque se puso en mi camino".

Por otro lado, muchos padres dan por sentado que sus hijos tarde o temprano tendrán que enfrentarse con algún compañero: "Si te hace algo no te dejes, pégale". Algunos enseñan al niño a contestar las agresiones con golpes o insultos, otros aconsejan avisar a las autoridades, y otros más simplemente instan a sus pequeños a ignorar el problema. A ninguno se le ocurre que estas situaciones no son "naturales".

Sí es verdad, la violencia escolar es un fenómeno muy común, pero no por eso debe ser aceptable ni muchos menos sernos indiferente. Ignorar una agresión no ayudará a la víctima, por lo contrario podría incrementar el acoso. Y la solución tampoco está en enseñar a los alumnos a golpear a otros.

Para combatir el acoso escolar, es importante educar a nuestros hijos en una vida sin violencia. Si surge algún problema debe ser confrontado, se debe actuar más que reaccionar, algo de lo que hablaremos más en próximas publicaciones.

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